La naranja mecánica de Anthony Burgess

¡Oh mis queridos drugos, qué libro tan maravilloso, bastante joroschó! La música como punto de fuga y sentido de la existencia, el Nadsat como jerga adolecente y aventura metalingüística, la violencia ultra gráfica como proyección del libre albedrio y todo el espectáculo de horrores por el que transita nuestro humilde narrador, hacen de esta novela una clásica tragedia griega contemporánea con una perfección estructural que nada tiene que enviarle al mejor Shakespeare. Todos los retornos espectrales vividos por este malenco de 15 años que golpea, roba, viola y mata sin consideraciones, para al final de la jornada llegar a su cuarto a escuchar la quinta de Beethoven, nos confronta con un sinfín de interrogantes morales: ¿La maldad es algo que uno elige? ¿El hombre nace bueno? ¿Tiene que existir maldad en nuestro interior para que ser bueno tenga algún sentido? Si la maldad hace parte del yo ¿por qué la escuela y el gobierno castigan a los málchicos? Elegir es lo que nos hace humanos y a nuestro sufriente narrador lo convirtieron en una máquina condicionada para hacer el bien. En una naranja mecánica.

sábado, 7 de abril de 2018